Ese “pensamiento triste que se baila”
Esta definición recibe el tango de parte del compositor, músico, dramaturgo y cineasta argentino Enrique Santos Discépolo (1901-1951), autor de algunos célebres temas. Estas palabras fueron luego refutadas por el escritor Jorge Luis Borges, quien decía que “los pensamientos ni se bailan ni se cantan, sino los sentimientos. Y el tango es un sentimiento”.
Resulta familiar la historia sobre el nacimiento del tango en los suburbios bonaerenses, de mezcolanzas locales y lejanas con sus almacenes, esquinas, burdeles, navajas, canallas y algún que otro héroe venido abajo a causa de un desamor.
Menos conocida es la faceta que se desarrolló más adelante y fuera de este contexto, cuando el tango traspasó sus fronteras arrabaleras y llegó no solo a las altas sociedades europeas sino también a las orejas y mentes de algunos de los compositores más ilustres del siglo XX. Seducidos, quizás, por su aparente aire sensual y marcada pulsación rítmica, algunos de ellos intentaron plasmar en sus propios compases lo que les inspiraba este popular género.
Usando distintas instrumentaciones, ya sea con un piano solo, un conjunto de cámara o una orquesta sinfónica entera, ellos llevaron su particular visión del tango y la tradujeron a su propio lenguaje musical, en pleno auge cultural de la época y con todas las influencias que esto les pueda suponer.
Artista: Claudio Constantini, bandoneón/ Louiza Hamadi, piano
Precios de las entradas para el día 31 de Enero del 2021 a las 12:00
Entradas Desde 9 €